jueves, 25 de junio de 2009

El Reloj (Otra conversación con mi hija)


Muchas veces, mientras acompaño a mi hija al colegio por las mañanas o cuando salimos a pasear al cerro en las soleadas tardes de verano, surgen conversaciones de temas muy diversos, especialmente cuando dichas conversaciones nacen de la cándida curiosidad de una niña que simplemente razona sobre lo que observa a su alrededor.

Un día mi hija me preguntó:

—¿Por qué todos vivimos de diferentes maneras? —¡para que se hagan una idea de las preguntas que me hacen!
—¿Porque somos todos diferentes? —respondí con ingenuidad (sabía perfectamente que esa respuesta no iba a ser suficiente)
—Eso lo entiendo —sentenció
—¿Entonces será porque tenemos funciones diferentes?
—Eso también lo entiendo —ahora en tono de exigencia
—¿Entonces? —yo trataba de ganar tiempo y descubrir a que se refería...

Adivinando mis intenciones, y viendo mis limitaciones, se dio el trabajo de explicarme a que se refería exactamente:

Hay gente que vive apurada, hay gente que vive con calma, hay gente que vive peleando y gente que vive amando, hay gente que hace mucho y hay gente que no hace nada y mientras más gente veía, más diferentes le parecían, hasta que inevitablemente hizo la comparación con su referente más cercano, su propia familia.

Bueno, —le dije rascándome la frente— cada uno es muy libre de hacer cada cosa que se le ocurra, siempre que eso que uno haga, no nos haga daño a nosotros mismos ni a nadie más, le dije que también uno debe hacerse responsable de tanta libertad, osea, las cosas que yo haga son de mi responsabilidad y no podré culpar a nadie de lo que yo he hecho.

Hasta ahí estábamos claros, pero aún no resolvíamos el por qué tantas diferencias, entonces le dije :

vamos a usar como ejemplo un reloj, en su interior tiene muchas manecillas y engranajes y resortes y piezas, cada una de diferente forma y tamaño y sin embargo todas encajan a la perfección unas con otras para poder mantener el reloj funcionando. Así nuestras vidas son como ese reloj y cada engranaje, cada manecilla, cada pieza, es algo que hacemos o alguien que conocemos, por ejemplo tu reloj, está marcando las primeras horas, tu estas como en la mañana. mi reloj en cambio ya va por el medio día y el reloj de los abuelitos ya va por la tarde. En tu reloj, los engranajes están formados por las cosas que tu haces como estudiar, jugar, descansar, dormir, etc. Y cada una de estas cosas tiene que tener el tamaño apropiado para que tu reloj funcione, imagina si solo jugaras todo el día, ese engranaje sería muy grande, mucho juego, !no quedaría espacio para estudiar o para dormir!. Por el contrario, si te dedicas solo a estudiar, !no quedaría espacio para jugar o comer! Entonces tu empiezas a dosificar cada cosa que haces, tomando en cuenta la libertad que tienes de hacer lo que se te ocurra, puedes decir tranquilamente que tu "elegiste bien" que hacer y que no hacer. De esa misma manera hay gente que "elige mal" hacer una u otra cosa y los engranajes de sus relojes comienzan a tomar formas extrañas y hacen que sus vidas se "atasquen", como un reloj con piezas que no calzan y se quedan atascadas por años, o al revés, hay personas que viven todo el día apurados, intentando hacer mas cosas de las que pueden y en eso se les va la vida. Así mismo otras piezas del reloj están formadas por las personas que vamos conociendo, por ejemplo tus amigos, tus padres, tu pololo, igual que en el otro ejemplo, si pasas mucho tiempo con una persona, no te quedara tiempo para las otras y eso puede llevar a tu reloj a que funcione mal, la solución es la misma, dosificar de manera justa el tiempo que uno dedica a cada persona, siempre con la libertad de escoger con quien decides pasar tu tiempo.

¿Y a ti, cómo te anda el reloj? le pregunté, sabe que papi, a mi el reloj me anda muy bien, ni se me adelanta ni se me atrasa, me dijo, regalándome una sonrisa generosa.

miércoles, 24 de junio de 2009

Conversaciones con mi hija





De todas las cosas que imaginé en el momento en que supe que iba a ser padre, la única cosa que no se me pasó por la mente, era como mi hija me iba a enseñar. Sabía perfectamente que yo tendría mucho que aprender,
supuse que aprendería a resolver las situaciones en la medida que se presentaran y la vida misma iría dando las instrucciones para cada una de estas.
En la medida que las experiencias lo indican, cada situación nueva -para un padre primerizo-, va dejando siempre alguna enseñanza y así, con el paso de los años, uno aprende a desenvolverse entre las situaciones de la vida diaria que se encuentran íntimamente relacionadas con la crianza y educación de un hijo.

Hasta acá todo bien, todo es como debe ser (o como supongo que debe ser).

Pero la historia se pone notablemente entretenida, cuando esta personita, fruto del amor de tantos años, empieza a desarrollar su propia personalidad, formulando preguntas que nosotros mismos no nos hicimos, invitándonos a mantener un constante aprendizaje, para así poder dar respuestas lógicas, coherentes y en lo posible correctas a todas sus inquietudes.

Así fue como mi hija, de apenas 11 años me ha tomado de la mano y me ha ido enseñando muchas cosas, quizás sin ella saberlo, me ha dado más lecciones de las que podría yo darle a ella y espero ser un buen alumno y seguir aprendiendo cada día más.

Las generaciones están cambiando, piensan de manera diferente, actúan según sus propias reglas, siempre dentro de los márgenes que la familia, el amor y el respeto establecen. Es preciso que los adultos prestemos atención a estos cambios y procuremos fortalecer el desarrollo de cada uno de nuestros niños, observémoslos con atención, ellos siempre han representado el futuro, pero esto lo vivo a diario con mi hija, el futuro ya se encuentra entre nosotros y tiene cara de niño, si logramos formar en ellos, los valores más esenciales de la humanidad, como el respeto a la vida, en todas sus formas, el deseo de aprender, el deseo de convivir con la naturaleza intentando mantener el equilibrio y a su vez, si logramos aprender de ellos, de su curiosidad constante, de sus energías eternas y de su pureza de pensamiento, estoy seguro, pero muy seguro, que habremos hecho bien nuestro trabajo como padres.

No puedo finalizar esta entrada, sin agradecer eternamente, a mi esposa, quien me dio el regalo más grande, el de ser padre, mi esposa que ha sido la mejor madre que un padre puede querer para sus hijos, mi esposa con la que aprendimos juntos, sobre la marcha lo que significa ser padres y hoy que vemos a nuestra hija grande y hermosa, podemos sentirnos tranquilos de saber que lo hemos hecho bien.

Para ti esposita mía, un grande beso y un grande abrazo

Las Amo