miércoles, 24 de junio de 2009

Conversaciones con mi hija





De todas las cosas que imaginé en el momento en que supe que iba a ser padre, la única cosa que no se me pasó por la mente, era como mi hija me iba a enseñar. Sabía perfectamente que yo tendría mucho que aprender,
supuse que aprendería a resolver las situaciones en la medida que se presentaran y la vida misma iría dando las instrucciones para cada una de estas.
En la medida que las experiencias lo indican, cada situación nueva -para un padre primerizo-, va dejando siempre alguna enseñanza y así, con el paso de los años, uno aprende a desenvolverse entre las situaciones de la vida diaria que se encuentran íntimamente relacionadas con la crianza y educación de un hijo.

Hasta acá todo bien, todo es como debe ser (o como supongo que debe ser).

Pero la historia se pone notablemente entretenida, cuando esta personita, fruto del amor de tantos años, empieza a desarrollar su propia personalidad, formulando preguntas que nosotros mismos no nos hicimos, invitándonos a mantener un constante aprendizaje, para así poder dar respuestas lógicas, coherentes y en lo posible correctas a todas sus inquietudes.

Así fue como mi hija, de apenas 11 años me ha tomado de la mano y me ha ido enseñando muchas cosas, quizás sin ella saberlo, me ha dado más lecciones de las que podría yo darle a ella y espero ser un buen alumno y seguir aprendiendo cada día más.

Las generaciones están cambiando, piensan de manera diferente, actúan según sus propias reglas, siempre dentro de los márgenes que la familia, el amor y el respeto establecen. Es preciso que los adultos prestemos atención a estos cambios y procuremos fortalecer el desarrollo de cada uno de nuestros niños, observémoslos con atención, ellos siempre han representado el futuro, pero esto lo vivo a diario con mi hija, el futuro ya se encuentra entre nosotros y tiene cara de niño, si logramos formar en ellos, los valores más esenciales de la humanidad, como el respeto a la vida, en todas sus formas, el deseo de aprender, el deseo de convivir con la naturaleza intentando mantener el equilibrio y a su vez, si logramos aprender de ellos, de su curiosidad constante, de sus energías eternas y de su pureza de pensamiento, estoy seguro, pero muy seguro, que habremos hecho bien nuestro trabajo como padres.

No puedo finalizar esta entrada, sin agradecer eternamente, a mi esposa, quien me dio el regalo más grande, el de ser padre, mi esposa que ha sido la mejor madre que un padre puede querer para sus hijos, mi esposa con la que aprendimos juntos, sobre la marcha lo que significa ser padres y hoy que vemos a nuestra hija grande y hermosa, podemos sentirnos tranquilos de saber que lo hemos hecho bien.

Para ti esposita mía, un grande beso y un grande abrazo

Las Amo

1 comentario:

Lysithea dijo...

Amigo, muchas gracias por compartir este aprendizaje con tus amigos. Me alegra mucho saber que valoras a tu hija y a tu esposa con cada día que pasa... Me alegra mucho saber que dedicas tiempo en hablar con tu hija y que dedicas tiempo para amar a tu esposa...Me alegra mucho saber que también puedes aprender de tu hija y que no solo tu tienes el conocimiento de todo y el conocimiento de la experiencia de la vida, como algunos padres suelen decir...Valorar esos pequeños momentos en que compartes con tu familia, sin dejarte derrotar por la rutina.. sin dejar en la caja de los pendientes todos aquellos temas,, sus inquietudes, es algo muy valorable y grande de tu parte... porque veo que la vida no es una rutina para tí, porque la vida es algo más que despertar y descanzar de ese largo día de trabajo.. Que bueno que puedas rescatar esas cosas, que no son caras y que tienes al alcance de tu mano.. Es verdad que si todos dispusieran de su tiempo como tu lo haces con tu familia, este mundo sería mejor..

Sigue así.. no cambies nunca amigo..